Debiera suponerse que no quiero mojarme en este tema. Pero en un alarde de valentía, diré que yo sí creo que llegamos a la Luna. Sin embargo, creer no significa estar convencido: hay demasiados interrogantes.
Pero hay varias cosas que me alientan a pensar en positivo. Y es que los conspiranoicos del tema caen constantemente en contradicciones, saturan la información con burdas falsificaciones o se dejan llevar facilmente por un sentimiento anti-americano que contamina, en más de una ocasión, sus percepciones. Contábamos con una tecnología suficiente para tal logro. Pero nótese que suficiente no conlleva segura... ni mucho menos. Haremos un pequeño ejercicio de historia:
En los años 50 y 60 el sentimiento patriótico yankee iba mucho más allá de la valoración de la propia vida humana. Si había que morir luchando contra el comunismo, eso es lo que había que hacer. Había que hacerlo por la Patria. Las muertes son algo inherente a la guerra. Podría achacárseles a los estadounidenses un enfermizo fanatismo, pero es algo innato de una sociedad marcada por la doctrina del destino manifiesto. Así pues, me contestaré a mi mismo a una pregunta que hice en un post anterior: ¿Cómo se explica tal proeza? Porque tenían que hacerlo a pesar de los riesgos que conllevara.
Además cabe hacer una sencillísima reflexión. Y es que los científicos no solo existían en EEUU. Había científicos en todo el mundo, y especialmente relacionados con la carrera espacial en la URSS. ¿Por qué arriesgarse a hacer un montaje que pudiese ser desenmascarado por algún foraneo? De haber sido así, la imagen norteamericana no hubiese valido mucho más que un clinex. Había que echar toda la carne en el asador (y me perdonen los familiares de los astronautas del Apolo I). La luna estaba por encima de la vida humana.
Sin embargo tras la retirada de las tropas de Vietnam, esta visión hizo un giro de 360º. La perdida de una sola vida para cualquier objetivo del Gobierno tenía un coste demasiado elevado para la Administración, aparte del esfuerzo económico que significó el conflicto. Además la URSS, el enemigo, había empezado a tejer una crisis debido a que antaño se sumió en una carrera armamentística (como puede observarse en el gráfico siguiente que muestra la cantidad de ojivas nucleares de ambas potencias) que su economía y tecnología serían incapaces de soportar y que la llevo al colapso. De modo que ambas potencias se dieron cuenta de que el camino pasaba, y sería más productivo, por una disminución de la tensión internacional en vez de por la confrontación. La solución fue entonces tajante: recortes sistemáticos del presupuesto de la NASA.
Pero como ya he dicho, esto es solo un esfuerzo mío por tener una mirada positiva.
Muy bien y ¿Qué pasa con las cintas perdidas?
En julio del año pasado saltaba a la luz la noticia de que 600 cintas de las grabaciones originales del primer alunizaje habían desaparecido. En concreto un científico estadounidense, John M. Sarkissian, hizo público un documento (en inglés) en el que alertaba de este hecho a la comunidad científica internacional.
Dichas cintas, como ya he dicho, contienen las grabaciones originales no filtradas para su emisión en directo por televisión. Las imágenes que se vieron en las televisiones domésticas eran de muy mala calidad y eso, dice la NASA, era debido a que se utilizó una cámara en blanco y negro de baja ganancia, para una transmisión rápida a la Tierra, y después se filtraron para adaptarlas a la señal que podían recibir los monitores de la época.
"Han desaparecido" suena a excusa peregrina sobre todo cuando se descubrió la desaparición de estas cintas cuando Sarkissian las solicitó para estudiarlas (si no, ni nos enteramos). Esto, lógicamente ha disparado las sospechas del "fraude lunar". Desde luego yo no puedo decir mucho a favor de la NASA con esa "seguridad". Pero habría que señalar dos puntos: primero que las cintas desaparecidas son copias de seguridad, pues las grabaciones originales están disponibles en la página de la NASA desde hace años; y segundo que ha sido el propio Sarkissian quien ha tenido que matizar sus palabras en Space.com pues él defiende la llegada del hombre a la luna.
Todo esto no hace sino agrandar el agujero de desinformaciones y manipulaciones por uno u otro bando. Quizá no sepamos nunca donde acaba esta historia... así que yo personalmente seguiré soñando, y criticadme por ello si quereis. Pero prefiero no enfermar mi cabeza con tanta información confusa, la mayor de las veces exagerada.
Pero hay varias cosas que me alientan a pensar en positivo. Y es que los conspiranoicos del tema caen constantemente en contradicciones, saturan la información con burdas falsificaciones o se dejan llevar facilmente por un sentimiento anti-americano que contamina, en más de una ocasión, sus percepciones. Contábamos con una tecnología suficiente para tal logro. Pero nótese que suficiente no conlleva segura... ni mucho menos. Haremos un pequeño ejercicio de historia:
En los años 50 y 60 el sentimiento patriótico yankee iba mucho más allá de la valoración de la propia vida humana. Si había que morir luchando contra el comunismo, eso es lo que había que hacer. Había que hacerlo por la Patria. Las muertes son algo inherente a la guerra. Podría achacárseles a los estadounidenses un enfermizo fanatismo, pero es algo innato de una sociedad marcada por la doctrina del destino manifiesto. Así pues, me contestaré a mi mismo a una pregunta que hice en un post anterior: ¿Cómo se explica tal proeza? Porque tenían que hacerlo a pesar de los riesgos que conllevara.
Además cabe hacer una sencillísima reflexión. Y es que los científicos no solo existían en EEUU. Había científicos en todo el mundo, y especialmente relacionados con la carrera espacial en la URSS. ¿Por qué arriesgarse a hacer un montaje que pudiese ser desenmascarado por algún foraneo? De haber sido así, la imagen norteamericana no hubiese valido mucho más que un clinex. Había que echar toda la carne en el asador (y me perdonen los familiares de los astronautas del Apolo I). La luna estaba por encima de la vida humana.
Sin embargo tras la retirada de las tropas de Vietnam, esta visión hizo un giro de 360º. La perdida de una sola vida para cualquier objetivo del Gobierno tenía un coste demasiado elevado para la Administración, aparte del esfuerzo económico que significó el conflicto. Además la URSS, el enemigo, había empezado a tejer una crisis debido a que antaño se sumió en una carrera armamentística (como puede observarse en el gráfico siguiente que muestra la cantidad de ojivas nucleares de ambas potencias) que su economía y tecnología serían incapaces de soportar y que la llevo al colapso. De modo que ambas potencias se dieron cuenta de que el camino pasaba, y sería más productivo, por una disminución de la tensión internacional en vez de por la confrontación. La solución fue entonces tajante: recortes sistemáticos del presupuesto de la NASA.
Comenzó entonces una búsqueda del abaratamiento de las tecnologías aplicadas al programa espacial. Se dirigieron todos los esfuerzos a crear materiales reutilizables que desembocarían en la aparición de los transbordadores orbitales y en una nueva era de cooperación internacional, esta vez en el espacio. Todo a costa de no volver a pisar la luna en más de treinta años.
Pero como ya he dicho, esto es solo un esfuerzo mío por tener una mirada positiva.
Muy bien y ¿Qué pasa con las cintas perdidas?
En julio del año pasado saltaba a la luz la noticia de que 600 cintas de las grabaciones originales del primer alunizaje habían desaparecido. En concreto un científico estadounidense, John M. Sarkissian, hizo público un documento (en inglés) en el que alertaba de este hecho a la comunidad científica internacional.
Dichas cintas, como ya he dicho, contienen las grabaciones originales no filtradas para su emisión en directo por televisión. Las imágenes que se vieron en las televisiones domésticas eran de muy mala calidad y eso, dice la NASA, era debido a que se utilizó una cámara en blanco y negro de baja ganancia, para una transmisión rápida a la Tierra, y después se filtraron para adaptarlas a la señal que podían recibir los monitores de la época.
"Han desaparecido" suena a excusa peregrina sobre todo cuando se descubrió la desaparición de estas cintas cuando Sarkissian las solicitó para estudiarlas (si no, ni nos enteramos). Esto, lógicamente ha disparado las sospechas del "fraude lunar". Desde luego yo no puedo decir mucho a favor de la NASA con esa "seguridad". Pero habría que señalar dos puntos: primero que las cintas desaparecidas son copias de seguridad, pues las grabaciones originales están disponibles en la página de la NASA desde hace años; y segundo que ha sido el propio Sarkissian quien ha tenido que matizar sus palabras en Space.com pues él defiende la llegada del hombre a la luna.
Todo esto no hace sino agrandar el agujero de desinformaciones y manipulaciones por uno u otro bando. Quizá no sepamos nunca donde acaba esta historia... así que yo personalmente seguiré soñando, y criticadme por ello si quereis. Pero prefiero no enfermar mi cabeza con tanta información confusa, la mayor de las veces exagerada.
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