Creer o no los hechos que ocurrieron en julio de 1969 dependerá en último término de nuestro propio escepticismo.
Yo personalmente soy un escéptico por naturaleza y, a riesgo de convertirme en un desconfiado recalcitrante, nunca creo nada por encima de un 95%, salvo que yo mismo en persona lo haya experimentado.
Por eso me resulta absurdo creerme a pies juntillas las versiones oficiales, pero tanto más las versiones independientes que carezcan de un mínimo de coherencia y/o pruebas; y más si estas encima caen en la más absurda contradicción.
La llegada del hombre a la luna es una de esas historias que ponen a prueba a los más frikis de la conspiranoia... y a veces caen en errores fatales.
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